Por: Carlos Ernesto Álvarez Ospina
La reciente tragedia en la que un ciclista perdió la vida y otro permanece en cuidados intensivos no es un accidente aislado. Es la consecuencia de la peligrosa y repetida irresponsabilidad de Sergio Israel Rojas Serrano, un hombre que, a pesar de gozar de un “buen nombre” en el ámbito académico, acumula un prontuario vergonzoso. En aparente estado de embriaguez, este sujeto arrolló a dos ciclistas sin medir las consecuencias, poniendo en evidencia la impunidad que protege a personas como él. Con deudas de 80 millones en comparendos de tránsito, sin SOAT y con licencia suspendida en el pasado, Sergio se ha convertido en un riesgo constante. La ironía mayor es que este hombre, responsable de tantas infracciones, es empleado de la Superintendencia de Transporte, el organismo que debería velar por la seguridad vial en Colombia.
¿Cuántas vidas inocentes más deberán sacrificarse para que dejemos de tolerar esta impunidad? Este caso muestra las fallas profundas en nuestro sistema de control y la falta de coherencia institucional. Que un hombre con tal prontuario siga al volante y ostente un cargo en una entidad como la Superintendencia de Transporte es un mensaje de indiferencia y desprecio por la vida humana. Sergio Rojas no solo es un individuo irresponsable, sino un peligro público. Es hora de que enfrente las consecuencias de sus actos, sin más miramientos. La vida arrebatada y la que permanece en peligro no deben ser solo una estadística; merecen justicia, y Sergio debe recibir todo el peso de la ley por sus acciones.
Aquí es cuando la Fiscalía debe actuar con eficacia y eficiencia. Los huilenses y todos los colombianos necesitamos creer en una justicia que no permita que casos como este se diluyan en el tiempo o queden en la impunidad. Exigimos una Fiscalía que recupere nuestra confianza, que demuestre compromiso con la sociedad, y que responda con la contundencia que esta tragedia amerita. No es posible que sigamos permitiendo que personas con historiales como el de este señor tengan licencia para seguir poniendo en riesgo la vida de quienes comparten las vías. Necesitamos justicia real, y la necesitamos ahora.
Como emprendedor del sector del ciclismo y ciclista amateur, siento que no puedo quedarme callado ante esta situación. Cada día, quienes elegimos la bicicleta como medio de transporte, deporte y forma de vida, enfrentamos riesgos innecesarios en las calles de Neiva. La falta de infraestructura para ciclistas es evidente, y cada mes las cifras de accidentes de tránsito en la ciudad crecen. Neiva lleva años clamando por la implementación de bici-rutas y bici-carriles. La demanda sigue aumentando a medida que el ciclismo se convierte en una de las actividades deportivas y recreativas más populares en el departamento. Sin embargo, ¿dónde están las respuestas de las autoridades?
Esta tragedia debe encender una alarma en el gobierno municipal y departamental. Los ciclistas, transeúntes y conductores merecemos más. Necesitamos garantías reales para transitar con seguridad y confianza. No basta con castigar a los responsables de tragedias; necesitamos una infraestructura que fomente una movilidad más segura y responsable. La falta de estos espacios no solo pone en peligro a los ciclistas, sino que limita nuestro derecho a una ciudad que priorice la seguridad y el bienestar de sus ciudadanos.
La combinación mortal de alcohol, velocidad e impunidad que representa Sergio Israel Rojas Serrano debe erradicarse de nuestras calles. Este caso debe ser una llamada de atención para que se implementen las bici-rutas y bici-carriles que Neiva pide a gritos. No queremos ser las próximas víctimas en una lista de muertes evitables. Exigimos que nuestra ciudad nos brinden la infraestructura y las garantías para transitar con responsabilidad y respeto, por y para todos.