Por: Carlos Ernesto Álvarez Ospina
El Huila es un paraíso por descubrir. Sin embargo, paradójicamente, muchos de los que nacimos y vivimos en este departamento hemos olvidado mirar hacia nuestro propio hogar. Nos hemos acostumbrado a pensar que las grandes aventuras están en otros rincones de Colombia, como las playas del Caribe o las luces vibrantes de Medellín. Esta tendencia no es solo una cuestión de preferencias, sino un reflejo de la falta de pertenencia y regionalismo que afecta a nuestra identidad huilense.
Un dato alarmante ilustra esta realidad: el 65% de los huilenses nunca ha visitado el Parque Arqueológico de San Agustín, un sitio declarado Patrimonio de la Humanidad que atrae visitantes de todo el mundo. Si no somos los primeros en valorar nuestras joyas culturales y naturales, ¿cómo podemos esperar que otros lo hagan? Este es un llamado urgente a cambiar nuestra percepción y asumir la responsabilidad de redescubrir el Huila.
El Huila posee una diversidad geográfica única en el país: es el único departamento que alberga un desierto y un nevado en un mismo territorio. Desde el místico Desierto de la Tatacoa en Villavieja hasta la Ruta Mágica del Café en Gigante, pasando por la Piedra Pintada en Aipe, la Ruta Villamil y la del Achira en Neiva, nuestro departamento ofrece experiencias fascinantes que aún permanecen inexploradas por muchos de sus habitantes.
Además de su riqueza geográfica, el Huila se destaca por sus destinos naturales. El imponente Nevado del Huila, el volcán más alto de Colombia con 5.364 metros de altura, es un emblema de nuestra región. Aunque su acceso está restringido debido a su actividad volcánica, los paisajes circundantes ofrecen una conexión única con la naturaleza. A pocos kilómetros, el Embalse de Betania se convierte en un espacio perfecto para el turismo ecológico y recreativo, ideal para actividades como pesca deportiva, paseos en lancha y observación de aves.
El Salto de Bordones, en Isnos, con su caída de más de 400 metros, es una de las cascadas más altas de Colombia y un espectáculo natural que maravilla a quienes lo visitan. Por otro lado, los Termales de Rivera, cerca de Neiva, ofrecen una experiencia de relajación y bienestar, acompañada de la hospitalidad característica de los opitas.
El Parque Nacional Natural Cueva de los Guácharos, ubicado en Acevedo, es otro de nuestros tesoros. Sus imponentes cuevas y su biodiversidad lo convierten en un santuario perfecto para los amantes de la aventura y la ecología. Estos destinos no solo son representativos de nuestra riqueza natural, sino que también son oportunidades para conectarnos con nuestras raíces y promover nuestra identidad.
Nuestra riqueza cultural y gastronómica también merece un lugar destacado. En rutas como la de la achira y la chicha, es posible degustar la emblemática almojábana huilense y conectarnos con tradiciones ancestrales. Asimismo, el Huila ha ganado reconocimiento mundial gracias a su café, producido en municipios como Pitalito y San Agustín, donde se han desarrollado rutas cafetaleras que combinan paisajes impresionantes con la magia del cultivo del grano.
Incluso destinos emergentes como la Represa El Quimbo, con sus inolvidables atardeceres, nos invitan a reflexionar sobre el equilibrio entre desarrollo y conservación ambiental. Estos lugares son testimonio de la riqueza infinita que tiene el Huila para ofrecer.
Es hora de que los huilenses seamos los primeros en recorrer y valorar nuestro departamento. Este 2025, hagamos del turismo interno una prioridad. Imaginemos el impacto si cada uno de nosotros visitara al menos un lugar nuevo en el Huila. No solo fortaleceríamos la economía local, sino que también recuperaríamos el orgullo por nuestra identidad y demostraríamos al mundo que el Huila es, verdaderamente, un paraíso por descubrir.
Mi invitación es clara: antes de buscar experiencias en otros lugares, exploremos nuestra tierra. Desde sus imponentes nevados hasta sus cálidos desiertos, desde sus tradiciones culturales hasta sus paisajes naturales, el Huila tiene todo para cautivarnos. Hagamos de este año el momento en que redescubramos nuestro hogar y lo compartamos con el mundo.