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Las ventajas de leer: Un hábito con impacto en Colombia

Por:Jorge García Quiroga
Licenciado en Educación Física y Magister en Administración de Empresas

Opinión

En Colombia, la lectura sigue siendo un desafío. Aunque sabemos que leer mejora la comprensión, el pensamiento crítico y abre puertas al conocimiento, los hábitos de lectura en el país son preocupantemente bajos. Según el DANE, los colombianos leen en promedio 2,7 libros al año, una cifra que nos deja rezagados frente a países como Argentina y Chile, donde el promedio supera los cinco libros por persona. A nivel mundial, las diferencias son aún más marcadas: en Finlandia o Canadá, la lectura es una parte esencial de la vida cotidiana, impulsada por sistemas educativos que priorizan el acceso a libros y fomentan la curiosidad desde la infancia.

Uno de los problemas centrales en Colombia es que el 63% de los hogares no tiene libros. ¿Cómo esperamos formar una sociedad lectora si los niños crecen sin acceso a materiales de lectura? La educación formal tampoco está resolviendo este vacío. Si bien existen programas para incentivar la lectura en las escuelas, su impacto sigue siendo limitado. La falta de bibliotecas en colegios públicos y la escasa promoción de la literatura infantil son factores que frenan el desarrollo de este hábito desde edades tempranas.

Leer no solo es un pasatiempo; es una herramienta para el progreso. El Banco Mundial ha señalado que la comprensión lectora está directamente relacionada con el rendimiento laboral y las oportunidades económicas. En un país donde la tasa de desempleo sigue siendo un problema estructural, fortalecer el hábito de la lectura podría ser una estrategia clave para mejorar la productividad y la formación profesional.

Entonces, ¿qué podemos hacer para cambiar esta realidad? Desde el sector público, se necesitan políticas que democraticen el acceso a los libros, fortaleciendo las bibliotecas públicas y creando programas de lectura en comunidades vulnerables. Espacios como la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo) son fundamentales para acercar a las personas a la lectura, promover el contacto con autores y fortalecer la industria editorial. Sin embargo, aunque eventos como este son una excelente oportunidad para fomentar el interés por los libros, no son suficientes por sí solos. El esfuerzo debe ser continuo y descentralizado, llevando actividades de promoción lectora a todo el país, especialmente a zonas donde el acceso a libros sigue siendo limitado.

Por otro lado, el sector privado también tiene un papel fundamental. Las empresas pueden incentivar clubes de lectura entre sus empleados, apoyar la publicación y distribución de libros a precios accesibles e invertir en plataformas digitales que faciliten el acceso a textos de calidad.

Leer es un acto de libertad y crecimiento. No podemos seguir viendo la lectura como un lujo o una actividad secundaria. Si queremos un país más educado, con ciudadanos críticos y mejor preparados, debemos hacer de la lectura una prioridad. Promover este hábito no es solo responsabilidad del Estado o de las escuelas, sino de todos. Es hora de cerrar la brecha y hacer de Colombia un país de lectores.

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