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Nancy González: más de tres décadas al servicio de la comunidad

NEIVA

Hoy, en el Día Internacional de la Mujer, se conmemora a todas aquellas mujeres que, con su trabajo y dedicación, han dejado huella en sus comunidades. Nancy González, con 61 años, es una de esas mujeres que ha transformado la vida de muchos en Neiva con su entrega y amor por lo que hace. Desde 1986, su vida ha estado marcada por un profundo compromiso con los demás, especialmente con las madres, los niños y los abuelos de su comunidad.

Nancy comenzó su labor como madre comunitaria, cuidando y apoyando a niños de cero a siete años. Pero, aunque su trabajo formal con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) comenzó en 1986, su conexión con la comunidad data de mucho antes. En ese entonces, el lugar donde vivía, una comuna que solo contaba con tres barrios —Luis Ignacio Andrade, José María Carbonell y Alberto Galindo— no tenía ningún tipo de ayuda institucional. Fue entonces cuando ella y otras mujeres decidieron unirse para luchar por los recursos y apoyos que tanto necesitaban. Juntas, lograron que el ICBF viera la necesidad de su comunidad y trajera programas de bienestar social.

A lo largo de estos años, Nancy ha acompañado a miles de niños y familias. En 2013, amplió su trabajo a las madres gestantes y lactantes, y a los niños menores de dos años, una labor que le ha permitido crear lazos muy especiales con las personas que ha atendido. “Lo más hermoso de mi trabajo es ver cómo crecen los niños, cómo te saludan después de tantos años, cómo te recuerdan. Esos abrazos no tienen precio”, comenta con una sonrisa.

Lo que para Nancy ha sido más enriquecedor no es solo la satisfacción de haber ayudado, sino también el aprendizaje constante que ha tenido a lo largo de estos años. Las capacitaciones que recibió al principio de su carrera no solo le dieron herramientas para trabajar con la comunidad, sino que le brindaron la confianza de saber que podía hacer más, que como mujer podía liderar y transformar la realidad de las personas a su alrededor. “El ICBF me enseñó mucho. Me ayudó a salir de mi rol de madre y compañera para convertirme en una mujer con un propósito, capaz de ayudar a otros”, reflexiona.

Sin embargo, Nancy también reconoce que ser mujer trabajadora en un sector tan desafiante no siempre ha sido fácil. A veces, los esfuerzos no son reconocidos, y las condiciones laborales son difíciles. La falta de garantías en cuanto a pagos, descansos y derechos laborales ha sido una constante. Pero, a pesar de todo, ella sigue adelante, motivada por el impacto positivo que ha tenido en la vida de tantas personas.

El testimonio de Nancy es solo uno de muchos ejemplos de mujeres que, con su trabajo diario, están cambiando el rostro de las comunidades en las que viven. Su historia refleja la fortaleza, el compromiso y la resiliencia de todas las mujeres que, sin esperar premios ni reconocimiento, dan lo mejor de sí mismas para ayudar a los demás. Hoy, en el Día Internacional de la Mujer, su historia es una de tantas que debemos recordar y celebrar.

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