Por:Luis Ernesto Salas Montealegre
La reciente victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados unidos, refleja una derrota preocupante para la democracia que conocemos. Esta democracia, fundada en el mérito y en instituciones que trascienden a los gobiernos, está enfrentando una crisis profunda.
Trump ha ganado popularidad siendo auténtico; directo, agresivo en su discurso, libertario en palabras provocadoras y pendencieras, pero restrictivo en sus decisiones económicas, nacionalistas y proteccionistas. A pesar de sus múltiples problemas legales y su desprecio por los derechos humanos, Trump sigue siendo aclamado por una parte significativa de la población de Estados Unidos.
Figuras como Barack Obama y Kamala Harris arrastrados por la imagen débil de Biden, no lograron movilizar a la base demócrata, resultando en una baja participación electoral. La narrativa progresista actual no está resonando con el electorado, especialmente en temas como la igualdad y la equidad. La falta de entusiasmo y la incapacidad para generar una conexión emocional con los votantes han debilitado la posición de los demócratas.
Trump ha capitalizado su imagen y ha recuperado el sueño americano para sí mismo. Su postura antifeminista y sus comentarios despectivos hacia las mujeres, diciéndoles “locas, feas, gordas” son celebrados en silencio por muchos, viéndolo como una victoria del más grande. Esta aceptación silenciosa de su retórica refleja una crisis más amplia en la política progresista y en la democracia liberal.
La falta de apoyo al multilateralismo y la política exterior de los demócratas, especialmente en relación con Gaza, ha sido otro factor que ha debilitado su posición.
La victoria de Trump implica un menor apoyo a las instituciones internacionales y una mayor aceptación de políticas unilaterales y proteccionistas. Esta postura ha resonado con votantes que buscan una política exterior más agresiva y menos comprometida con el multilateralismo.
Es posible que dentro de cuatro años no exista Gaza; una OTAN debilitada; Putin fortalecido, Ucrania destruido y sin la región del Donbas y sin Crimea y además una guerra comercial con China que va afectar a todo el comercio internacional.
La narrativa de que la economía y la seguridad depende de la mano dura de hombres fuertes ha sido eficaz en movilizar a votantes. La alianza con Elon Musk y activistas conservadores como Peter Thiel, ha promovido la idea de que Estados Unidos debe ser guiado por valores conservadores.
La victoria de Trump es una señal que la democracia liberal están perdiendo la batalla. El progresismo actual está fragmentado y no logró conectar con el electorado, los demócratas son percibidos como desconectados de las preocupaciones reales de la población. Esta atomización es perjudicial para el futuro y ha permitido que la derecha conquiste al proletariado en Estados Unidos.
El partido demócrata debe reorganizar sus estrategias y buscar formas de enchufar con el electorado en un mundo cada vez más polarizado y complejo. Solo así podrán recuperar terreno y fortalecer la democracia liberal que conocemos.