Por: Pedro Javier Jiménez
Respetado ciudadano, hagamos un ejercicio de sentido común, esa virtud tan escasa en nuestra clase dirigente. Imagine que le encargan liderar nuestra ciudad, esa que asegura que “Neiva te ama”, y que, por lo mismo, le exige responder con hechos, no con palabras vacías. Su misión: generar valor público real, ese que transforma vidas y no se queda en discursos.
Ahora hablemos claro: no confiamos en la capacidad de nuestros líderes para manejar los recursos, y no es por prejuicio, es por experiencia. Neiva está llena de obras inconclusas, sobrecostos vergonzosos y promesas incumplidas. Así que, si se decide a endeudar la ciudad, hágalo con cabeza fría y solo para lo estrictamente necesario, como el Sistema Estratégico de Transporte Público (SETP).
Pero ojo, aquí es donde los ciudadanos debemos estar más vigilantes. Es urgente revisar con lupa los contratos de este sistema: buses, dispositivos de cobro, gestión de flota. Ya conocemos la historia: contratos inflados, obras mal hechas y proyectos que engordan la lista de elefantes blancos que nos dejan sin soluciones y con más deuda.
Pongamos los pies sobre la tierra. Un endeudamiento responsable no debería superar los 40 o 50 mil millones de pesos. Eso bastaría para que el gobierno demuestre que puede ejecutar sin despilfarros. Los 10 o 20 mil millones restantes deberían destinarse a algo más urgente: terminar las obras inconclusas. Colegios, CAIMIs, estaciones de bomberos… ¿Acaso es lógico soñar con nuevos parques mientras necesidades esenciales siguen abandonadas?
Recientemente, el Consejo Gremial, con más sentido común que nuestras autoridades, pidió algo claro: priorizar recursos, no agotar la capacidad de crédito, y entregar resultados en el corto plazo. Pero parece que el Concejo de Neiva y el ejecutivo no escuchan.
Señores concejales, muchos de ustedes son responsables del desorden financiero que tiene a la ciudad con 85 mil millones de pesos de deuda mas intereses de los creditos del periodo anterior, y sin control de obras. Carajo, ¿se les olvidó para qué los eligieron? ¿Cómo siquiera pueden considerar aprobar un crédito que no prioriza la seguridad, el empleo o la terminación de proyectos esenciales? Y lo que es peor, ¿cómo van a justificar agotar la capacidad de endeudamiento sin garantía de resultados? Sean responsables, tengan moral y entiendan el alcance de sus decisiones.
Ciudadano, ¿usted qué prefiere? ¿Un crédito de 80 mil millones para alimentar los caprichos del alcalde y el Concejo o un plan sensato que termine las obras inconclusas, sane las finanzas y genere confianza? Neiva no puede seguir tolerando esta improvisación irresponsable. Tal vez, en 2025, con logros visibles, podríamos pensar en nuevos proyectos. Pero primero, resultados. No más promesas.
Neiva no soporta más errores ni despilfarros. Es hora de actuar con responsabilidad, de exigir a nuestros líderes que piensen antes de gastar y que trabajen por la ciudad y no por sus intereses personales. ¿Estamos listos para ser ciudadanos vigilantes o seguiremos soportando este teatro de improvisación?