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Incompletos

Por: Andrés Calderón

Seguramente todos en repetidas ocasiones nos preguntamos el porqué de nuestra infelicidad, siempre nos falta algo, tratando de encontrar respuestas al desasosiego que nos produce la vida, porque el hecho de vivir per se, trae acuestas grandes responsabilidades, acontecimientos y determinaciones que nos cuesta asumir. Queremos siempre estar en momentos de tranquilidad, sin grandes preocupaciones, viviendo constantemente momentos de euforia, de nuevas experiencias, de sensaciones, en el contexto de un mundo que marcha de forman tan acelerada que parece a veces borrar el pasado y condenarnos a vivir solamente en función del presente y el futuro.

Pero ¿Qué es la felicidad?, ¿cómo definirla? o más complejo aun, ¿Cómo conseguirla? Tal vez la aproximación primaria y más clara la encontremos en los primeros filósofos, y debo decir al respecto, desde el principio, jamás fue un objetivo en sí. El gran Aristóteles la definió claramente como la búsqueda de una vida virtuosa, lo que para tiempos más próximos ha sido descrito de forma muy interesante por el filósofo español Carlos Ruíz, con quien me he sumergido en profundo diálogo a través de su libro “incompleto” en donde en algún aparte dice, ser feliz puede ser labrarse una vida digna, lo que el mismo Aristóteles decía era tener comida, casa, tiempo libre, y la edificación de un futuro.

Según Ruíz, el mundo moderno, contrario a los milenios de historia que nos precede, en un abrir y cerrar de ojos ha establecido a través del proceso globalizador y la tecnología, un nuevo paradigma en referencia al significado de felicidad, pues ya no es esta una exploración dentro del proceso vital del hombre, sino es convertida en una categoría en sí, en un objetivo. Al modificar su esencia, la felicidad se convierte en pos-felicidad, cuya única intención es cercenar al sujeto de la reflexión, lo que le lleva a una pérdida de identidad, siendo influenciado ya no por su entorno más cercano, de amigos y familia, sino ahora por (influencers, tik tokers, coashes…) con enorme capacidad de viralización.

Este sujeto moderno, incapaz de analizar críticamente la realidad, al mismo tiempo de que percibe estas insuficiencias para analizar críticamente su realidad, puede ser consciente de la relevancia que supone usar su capacidad analítica y se sabe incompetente para salir por cuenta propia de esta situación. Es allí, cuando el sujeto de hoy, el del periodo globalizador, busca ayuda en los demás creyéndose incapaz de resolver su vida a cuenta propia, y es cuando llega entonces al uso masivo de libros de autoayuda, de talleres y charlas motivacionales, psicólogos; o en otros casos, hasta llega a depender de medicación para seguir vivos en la búsqueda de esta nueva categoría (pos-felicidad).

Este muy corto resumen de la idea de felicidad y su consecuencia en el periodo globalizador es, creo yo, una radiografía de alta definición, un gran aporte que se hace la filosofía moderna, tratando de interpretar el mundo desde una lógica distinta a la que el neoliberalismo quiere imponer, en la que todo, absolutamente todo es medible, cuantificable y se puede expresar en formulas, como la felicidad que ya tiene las suyas.

Así como Aristóteles, posteriormente los estoicos y muchas corrientes más, creo que el hombre es un animal político, lo que lo hace social, y es allí donde desarrolla su capacidad para la vida, primero dentro del núcleo familiar y luego en a la interacción con sus vecinos, el barrio, la escuela, escenarios donde se construyen las virtudes, dentro del proceso educador que te brinda la sociedad en su conjunto. Al alejarse el sujeto moderno de esta realidad y trasladarse la de la pantalla, está expuesto a una nueva categoría de la realidad (pos-verdad) que parece atrapar al sujeto en una especie de sueño lúcido. La felicidad jamás se alcanza, aunque se persigue a cada momento, nos volvemos insaciables en su búsqueda, condenados siempre a ser seres incompletos.

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