Por.: Pedro Javier Jiménez
La visita del ministro del Interior, un líder clave en el gobierno y enlace permanente con las regiones, envía señales claras. En un contexto donde las decisiones políticas parecen desbordadas, el ministro, reconocido por su experiencia y habilidad estratégica, se presenta como el interlocutor que intenta recomponer lo que el presidente Petro desgasta, a menudo a través de sus polémicas en redes sociales. Su presencia en el Huila trae consigo compromisos de seguridad y desarrollo que deben leerse con atención, tanto por lo que prometen como por lo que omiten.
Por un lado, el gobernador Rodrigo Villalba demuestra ser un político hábil, con una gestión planificada y resultados visibles en materia de seguridad. La llegada de la Fuerza de Despliegue Rápido (FUDRA), con más de 1,000 hombres destinados a contrarrestar la presencia de grupos armados en Tolima, Cauca y Meta, junto con el refuerzo del equipo Gaula en el Huila, representan avances significativos. Estas acciones son parte de un plan estratégico que empieza a dar frutos y refuerzan el liderazgo de Villalba como un gestor competente en beneficio del departamento.
Sin embargo, al mirar a Neiva, el panorama es distinto. La gran noticia para la ciudad es la cobertura completa de los cuadrantes policiales y la llegada de un grupo GOES con alrededor de 40 unidades para labores de inteligencia y combate a la extorsión. Aunque positivo, este avance palidece frente a la ausencia de proyectos estructurales. El emblemático plan de $25 mil millones, anunciado con pomposos titulares de prensa en mayo del año pasado por el secretario Ducuara y ratificado el pasado 6 de enero como una realidad, destinado a una red de cámaras de última tecnología, sigue en “lista de espera”, según dejó entrever el ministro. Este retraso no solo refleja la incertidumbre en torno a la ejecución de este proyecto, sino también la fragilidad de la gestión del alcalde Casagua para asegurar compromisos concretos en Bogotá.
El problema de fondo radica en la falta de peso político de la actual administración de Neiva. El alcalde parece creer que no tener un relacionamiento claro, certero y puntual con los parlamentarios es sinónimo de independencia, y que caminar “cuzumbo solo” traerá los recursos necesarios para la ciudad. Una vez más queda demostrado que, con esta administración, el control de los recursos es algo que debe tomarse en serio desde el Concejo de Neiva y desde el control ciudadano. Los ciudadanos debemos estar listos para activarnos y marchar si es necesario, para defender el uso y la aplicación de los dineros del contribuyente. En Neiva debe acabarse la tesis de que somos pasivos y que no hay otra salida.
Esperemos que, con la contratación del PAE, no venga el pago de favores políticos, con jugaditas como “la del charco” o cualquier otra patraña. Y sí, amigo lector: este es el resultado de decisiones electorales que, una y otra vez, han llevado al poder liderazgos débiles e improvisados. Una gestión que carece de visión a largo plazo y se limita a administrar el día a día, dejando de lado soluciones estructurales para los problemas de la ciudad.
El mensaje es claro: mientras sigamos eligiendo líderes carentes de experiencia y carácter, Neiva continuará atrapada en el atraso, tapando huecos y perdiendo oportunidades de desarrollo. Necesitamos liderazgos fuertes y proyectos serios que proyecten la ciudad hacia un futuro próspero, no gerencias que apenas sobreviven al presente. Como decían los Padres del Minuto de Dios: “pensamos solo en el día que acaba de pasar y en la noche que llega”, en lugar de construir una visión sólida y sostenida para el largo plazo.