Por: Andrés Calderón
Economista
Opinión
El desarrollo vial en Colombia se ha dado de forma no continua, obedeciendo a las lógicas de la flaca “planeación” e intereses de los gobiernos en cada periodo, sin estrategias claras en materia económica y social, permeados de corrupción y sin capacidad técnica para desarrollo de grandes proyectos. Fedesarrollo y otras instituciones, bastamente han hecho aportes de investigación acerca de este tema y hasta el cansancio han evidenciado como el país tiene un atraso vial de aproximadamente treinta años, comparado solo con países de bajo desarrollo.
El fortalecimiento de la red vial del país es perentorio para su desarrollo, se necesita de este circuito de vías férreas y de doble calzada, puentes y túneles como estrategia primaria para disminuir costos de transporte de productos que se comercializan al interior o serán exportados. Hoy puede llegar a ser más costoso transportar productos en algunas zonas del país que traerlas del exterior, con todo y lo que puede significar el transporte y fletes marítimos, por ejemplo. Según el Banco Mundial, los países en desarrollo deben invertir entre 5% y 7% del PIB en desarrollo vial, condición que por supuesto no cumple Colombia donde la inversión en los últimos años no ha superado el 2,5%.
En este sentido, en el país se dio inicio a la construcción de las famosas vías de cuarta generación más o menos desde el año 2013, impulsadas por Santos quien le apostó a superar el atraso vial; sin embargo, sus desarrollos no han cumplido las expectativas, las inversiones siguen estando por debajo de la necesidad, cobijadas además por escándalos de corrupción, la mala gestión de los empleados públicos, problemas en adquisición de predios y otorgamiento de licencias ambientales, así como el incumplimiento de contratistas, mala planeación y de repeso factores de tipo climático. Recordemos el famoso escándalo de la multinacional Odebrecht, quien sobornó con más de 80 mil millones a funcionarios públicos para adquisición y desarrollo vial de la ruta al sol, un entramado de corrupción entre el sector público y privado.
Además de la Ruta al Sol, hemos visto como han lapidado recursos en la vía Túnel de la Línea y ha tenido retraso de años en su construcción, y ni que decir de la vía Bogotá – Girardot con más de una década en construcción, caracterizada por enormes trancones que convirtieron en un martirio el viaje a la capital.
Vía Santana – Mocoa – Neiva
Este importante megaproyecto de interconexión vial con más de 10 años de estudios, pero apenas unos 3 años de inicio de obra, pretende realizar la rehabilitación de 422 kilómetros de vía con construcción de puentes, variantes y 22 kilómetros de doble calzada que corresponden al tramo de la vía Neiva – Campoalegre. Son cerca de 4 billones de inversión que se soportan en la recaudación con el adicional de cuatro peajes, uno de ellos ubicado en el municipio de Hobo que se suma a los ya existentes en los municipios de Rivera y Altamira, 3 peajes a menos de 100 kilómetros cada uno para una vía que no contempla doble calzada, una discusión que amerita un espacio aparte porque claramente empieza a haber una gran contradicción, pues lo que se pretende con el desarrollo vial no solo es disminuir tiempos de movilidad, sino también y como ya se mencionó en principio, disminuir costos.
Doble Calzada Neiva – Campoalegre
El tramo Neiva – Rivera, parte importante de este pedazo de doble calzada, sin duda es una obra que generará beneficios en términos de tiempos y seguridad vial, pues el único carril se ha vuelto extremadamente peligroso por la congestión. Sin embargo, esta obra de gran impacto representa varios retos para la zona, resaltando entre ellos, la construcción del puente sobre el río Arenoso que afecto su cauce, destruyendo la vía rural continua que pertenece a Rivera; hoy nadie responde y se han hecho intervenciones temporales. La ubicación de los retornos que aumentan el tiempo de recorrido de forma considerable entre el centro poblado Rio Frio (segundo centro poblado más grande de Rivera) y la vereda Arenoso-continua al club campestre. También la falta de un puente peatonal en el sector del cruce de Rivera frente al que esta la cárcel de Neiva y el paradero de usuarios de bus hacia el sur. A estas situaciones se suma el inconformismo de la actual administración por que el anterior alcalde entregó tres predios con un área de cerca de 2 hectáreas a la concesionaria Ruta al Sur mediante derecho de ocupación, lo que quiere decir que no hubo ninguna compensación al municipio.
Si bien es cierto los riverenses jamás iban o ponerse a esta mega obra para el progreso de la región, si se arrepienten de no haber tenido digna representación política que negociara estos requerimientos, así como pasó en todo el Huila y lo poco que se ha logrado ha sido por presión directa de la comunidad. Es importante en este tipo de obras siempre tratar de disminuir los impactos negativos porque las afectaciones o daños colaterales siempre los habrá, pero pueden ser tramitados, concertados con las poblaciones afectadas, así como las consultas previas con comunidades en zonas de explotación petrolera.