inicioOpiniónUna Navidad más con armas y fuego

Una Navidad más con armas y fuego

Por: Andrés Calderón

La seguridad ocupa nuevamente el primer lugar en las preocupaciones de los colombianos, pasados ya 8 años de la firma del último acuerdo de paz que trajo consigo algunos momentos de calma. En materia de orden público, todo parece ser igual hoy a muchas décadas que le anteceden, un diciembre marcado por la zozobra en todo el territorio Nacional gracias a la presencia de grupos armados. Según informes del Ejército Nacional, estos grupos armados tienen presencia en 30 de los 32 departamentos del país, con incidencia directa en cerca de 800 municipios, como lo reafirma la defensoría del pueblo.

Pese a los intentos de negociación del gobierno nacional, estas estructuras armadas siguen una lógica de expansión acelerada, pero también fragmentada porque en gran número son disidencias de las antiguas FARC, hoy llenas de reincidentes después del fracaso en la implementación del acuerdo de paz de Santos. Estos grupos armados que no son guerrillas, sino estructuras organizadas del crimen producto de la degradación del conflicto, la desigualdad a falta de presencia estatal en las zonas rurales y más apartadas del país, están representadas principalmente en el ELN, las disidencias del ELN llamadas “Frente Comuneros Sur”, “la segunda Marquetalia”, los grupos armados organizados al mando de alias Calarcá, alias Mordisco, y, por el lado de los paramilitares, el “Clan del Golfo” principalmente.

El ELN destaca por su presencia histórica en el nororiente del país, principalmente en los Santanderes y La Guajira, aunque también con fuerte presencia en Chocó. Por su parte, el grupo Comuneros del Sur tiene presencia en Nariño. La Segunda Marquetalia, disidencia de las FARC dirigida por Iván Márquez, hoy dividida y parece ser con disposición mayoritaria negociar la paz, tiene fuerte presencia en la mayoría del territorio Nacional, destacándose su presencia en el suroccidente colombiano, operando en Nariño, Cauca, Putumayo, Amazonas, Caquetá y, en una menor medida en el oriente del territorio nacional, principalmente en Guainía.

La organización al mando de alias “Calarcá” una de las organizaciones que ha mostrado su proclividad al diálogo y se ha acercado al Gobierno Nacional, tiene presencia en el Putumayo, Caquetá, Amazonas, Meta, Guaviare, Tolima, Antioquia, Norte de Santander, Cesar y Huila donde tiene una fuerte disputa territorial con “Mordisco”. Esta estructura tendría presencia por el corredor oriental del departamento opita que conecta los municipios de Gigante, Algeciras, Rivera y buena parte de la zona rural de Neiva, Baraya, Colombia y conexión con meta y Sumapaz.

Por el lado de las viejas y grandes estructuras criminales, resalta el clan del Golfo a quien el ejército ha propinado fuertes golpes el último semestre. Esta es una estructura narcoparamilitar que surge de la desmovilización de los paramilitares en el año 2003 y tiene presencia principalmente en Chocó, Antioquia, Meta, Casanare, Vichada, Córdoba, Sucre, Bolívar, Atlántico, Magdalena, La Guajira, Cesar y una parte de Santander.
Estas nuevas formas de operar de los señores de las guerras traen consigo nuevos retos para el Gobierno Nacional que, como se evidencia, si acaso logrará pequeños acuerdos de paz, que pacificarán algunas regiones de forma temporal, así como sucedió con la paz de Santos, en tanto no haya una acción integral que permita la solución definitiva de este conflicto.

Lo que si está claro es la incompetencia histórica del estado colombiano para poder ocupar la totalidad del territorio Nacional con seguridad y toda clase de servicios estatales, para defender la población civil y someter estos grupos armados. Ni el uribismo, ni el santismo, ni ahora el petrismo han podido avanzar en este tema que pareciera nunca va a tener fin.

Lo más leido